lunes, 14 de marzo de 2011

VALENTÍ PUIG

"La literatura ha de reflejar la vida"

El retorno de Puig a Barcelona, después de haber pasado un tiempo en Madrid, coincide con la publicación de cuatro de sus libros: Rates al jardí, cuya obra recupera después de que quedara interrumpida por otra de sus obras; Matèria obscura (recuento de los años 1980-1984); Altes valls, que reúne sus poemas más recientes; Capital del otoño, que recopila sus poemas anteriores traducidos al castellano y la reedición de la novela La gran rutina. 

Julià Guillamon, realiza un análisi perfecto de la vida y obra de Puig, en el diario La Avanguardia del 31 de enero del mismo año. He querido destacar parte de la crítica de dicho analista porque considero que resume a la perfección la reflexión que Valentí Puig realiza en sus obras sobre el entorno cultural y social en el que vivió y en el que vivimos. Valentí Puig vivió de cerca el retorno al orden político, artístico y literaraio que sufrió la década de los 80. Como vividor de un cambio positivo en la historia de las artes - refiriéndome a todas aquellas ciencias que podemos enmarcar en dicha concepción, como la literatura misma - el autor refleja en todas sus obras su conflicto interior y exterior como escritor enfrentado a una sociedad que ha dejado de situar la literatura en el centro de sus intereses. Sus dietarios, como Bosc Endins que narra sus quehaceres en 1982 o uno de los dietarios publicados en el mes de enero pasado que refleja su situación en 1985, analizan de manera ácida el día a día de la vida política y cultural y representan la figura del autor que aspira a figurar en la galería de los grandes autores europeos y que a su alrededor sólo encuentra vacío. En sus novelas, como la presentada La gran rutina (2006) analiza el conflicto entre el intelectual y la clase dirigente, con una censura a las familias burguesas de Barcelona. En los poemas, como los recopilados en Capital del otoño, presenta su cara más amable apreciando el valor de las pequeñas cosas como el amor de pago, el vino blanco, los tirantes o el Tranquimazin.

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